Monday, April 09, 2007

La mierda siempre sale a flote


Una historia que se parezca más a mí. En ese he estado pensando desde hace un par de semanas, cuando boté las primeras notas de mi segundo libro a la basura y empecé a escribir desde cero.
Todavía no ha salido a la calle Peor que tú (2007) y ya estoy pensando en cómo hacer para no repetirme, para no decir las mismas cosas ni hacerlo con las mismas palabras. Creo que mi primer libro fue escrito con tanta rabia, con tanta decepción, que se me va a hacer difícil no seguir usando ese esquema terapéutico para mis siguientes trabajos. Pero a mí eso de repetirme no me agrada. Es más, creo que en el transcurso de un año o dos, cuando termine de escribir mi segunda novela, seré el primero en destruir Peor que tú, el primero en conseguirle defectos o en reafirmar los miles que mis críticos seguramente encontrarán, siempre tan pendientes de mostrar su opinión sobre el trabajo de los demás antes que escribir algo propio.
Eso sí. No es que escribiendo este segundo libro, que ni siquiera tiene nombre, que es más bien un fogonazo que me ha dejado ciego y no un estructurado drama, me vaya a suavizar. Nada de eso. A mí escribir con odio se me da no como forma prefabricada de narración, sino como la única forma que tengo de ser honesto.
Pero creo que con las primeras 10 páginas que tengo escritas me he empezado a dar cuenta de que la violencia puede construirse poco a poco. El primero aún no ha visto luz y ya quisiera reescribirlo. Sin embargo, sucede que tal vez esa franqueza debía ser así de trepidante por necesidad y no por algún criterio estético. Puede ser que Peor que tú no sea un libro que se disfrute leer, pero cuando lo escribí no lo hice pensando en que sea disfrutado, sino en que te hiciera sentir mal, iracundo, infeliz, real.
Lo que estoy escribiendo ahora no sé que quiero que produzca. Tal vez no quiera tener control sobre su efecto.
Sólo quiero que sea una historia que se parezca más a mí, al Gabriel que ya no va a fiestas con modelos de tetas grandes ni que da discursos censurados por televisión. Al Gabriel que mira su pasado con nostalgia y su futuro con escepticismo, aunque no sepa qué creer del presente. Al Gabriel que escribió cuatro años de editoriales de un periódico y al que aún le atormentan las mismas cosas, tanto que intenta, con menos fortuna que la que quisiera, mantener ese ritmo crítico, invasivo y traumático de sus aforismos con los lectores de su blog.

Ya no soy un drogadicto ni un promiscuo ni un borracho ni un romántico.

Ya no soy muchas de las cosas que fui.

Pero estoy tranquilo con mi conciencia, porque no me imagino si me gustaría escribir en caso de que no tuviera nada que contar.

Todo lo contrario.

Siento que puedo contar tantas cosas que ebullen de mi corazón desvariante y aún así no sentirme como una canción de Camilo Sesto. Siento que más temprano que tarde alguno de ustedes se inspirará en algo que yo escriba e intentará prenderle candela a la junta de condominio de su edificio, a la oficina del director de su colegio, a todos y cada uno de los locales del C.C San Ignacio.

Y eso me hace sentir humilde y honrado al mismo tiempo. Porque lo que algunos de ustedes me escriben que le provoca hacer cuando leen las idioteces que he escrito a lo largo de mi vida, es el mismo temblor febril que me incendió el cerebro cuando leí Héroes de Ray Loriga, Fight Club de Chuck Palahniuk o Underworld de Don Delillo.

Peor que tú no ha salido a la calle, aunque le falta tan poco que podrías colocar un gran círculo rojo alrededor de un número en un calendario de pared y aún así estarás tarde. Y estoy seguro de que mucha gente hará lo que ha hecho siempre: tratar de volverlo mierda.

Pero ¿qué importa? Si estás aquí leyendo esto y te ha gustado, o el escrito anterior o cualquiera de los que borré a propósito cuando me harté de ellos, entonces no tengo de qué preocuparme.

Peor que tú son 240 páginas de esto amplificado por mil. Si el odio pudiese tener forma, tendría la forma de ese libro y ocasionaría el mismo daño. Le gustará a quién tenga que gustarle. Te gustará a ti.

Eso es suficiente para continuar mi vida tranquilo.

Te lo agradezco de antemano, de verdad, con el corazón te lo digo.

Porque eres tú, quien me lee tras las sombras y de vez en cuando le dice a alguien que me lea también, mi única esperanza.

Eres tú el responsable de que la mierda salga a flote.

El mundo será un lugar mejor gracias a ti.

Tuesday, April 03, 2007

Sur fin


Así. Como la vieja canción de La Puta Eléctrica.
Semana Santa patina en tu cabeza. Sigo trabajando, pero como si me deslizara sobre la responsabilidad. Me enamoro cada día de lo que tengo. No extraño aquello que no tendré nunca.
Surfeo. No sé qué ola ni en cuál playa, pero lo estoy haciendo.
Estoy empezando a creer de nuevo, a pesar de que el dinero compra la felicidad y yo no tengo mucho.
Surfeo y ya. Sobre ti, sobre todo.

¿Me entiendes?

Toma lo tuyo.

Cállate.

Surfeo.

Punto.