Thursday, March 29, 2007

Moth


Thought I was different
It seems I'm just the same
As a game I put my hand over the flame
I thought I was smarter as I flew into the sun,
But it turned out the way it does with everyone

I don't fly around your fire anymore
I don't fly around your fire anymore
Burning, falling down so many times before
I don't fly around your fire anymore

I love the heat I love the things that I forgot
I love the strings that tie me down and cut me off
I was a king, I was a moth
With painted wings made of cloth
When did the flame burn so high and get so hot?

I don't fly around your fire anymore
I don't fly around your fire anymore
Burning, falling down so many times before
I don't fly around
Fly around

I don't fly around your fire anymore
I don't fly around your fire anymore
Burning, falling down so many times before
I won't fly around
Fly around

I won't fly around your fire anymore
I don't fly around your fire anymore
Burning, falling down so many times before
I don't fly around
Fly around


Audioslave - Revelations

Pendiente


Patiné en tu invierno silencioso hasta las dos de la mañana. En ese momento, con los ojos cerrados, me di cuenta de que tenías pedazos rotos pegados con cinta adhesiva.
Si no te hubieses quedado callada estaría tranquilo. Pero resulta que tiemblo como no lo hacía en mucho tiempo.

Ciertas estupideces ocurren sin permiso. Otras también.
Ya ¿no?

Nadie tiene control sobre los escarabajos que comienzan a escalar tu ropa cada vez que te alejas de mí.

¿Entonces?
¿Estás buscando alguna excusa?
¿Por qué me revisas cada noche en lugar de acariciarme la espalda con sus labios rosados?
¿Por qué no somos un equipo en lugar de una competencia de insultos sordos en la azotea de un edificio?

Mira carajita, tú, que duermes mucho después de que yo cierro los ojos. Tú, que te levantas mucho después de que he visto cien veces mi fealdad en el espejo que compartimos con el lastre familiar. Tú, que te enamoraste de mí y que ahora quieres meter mi corazón en esa gigantesca maleta que escondemos en el garaje para llevártelo a donde sólo buitres como los que se pararon en nuestro ventanal aquella mañana pueden encontralo. Tú, sí, tú.

Me muero sin ti, tonta.

Pendiente entonces.

Párate y dame un beso.

Si no quieres que me pare y te lo dé yo.

Wednesday, March 28, 2007

Los boomerangs no tienen sentimientos


Nunca me ha molestado ayudar a un amigo. Tampoco me ha molestado seguir invirtiendo tiempo, saliva y materia gris en algo que ya no me pertenece. Pero igual lo hago. Supongo que es una mala costumbre esa de no dejar de pensar en lo que ayudaste a construir. Es algo similar al prurito paternal de seguir controlando la vida de sus hijos aún cuando ya son independientes y pueden valerse por sí mismos.
Probablemente en otras circunstancias estaría molesto por hacer lo que acabo de hacer. Pero no lo estoy. Quizás es porque estoy en una etapa altruista de mi vida. Tal vez sea porque el universo es lo suficientemente sabio como para retribuirte lo que haces tanto bien como mal.
What Goes Around, Comes Around canta Justin Timberlake.

Sí claro...

Soy un idiota, siempre he sido un idiota, siempre he hecho tener más dinero a gente que tiene bastante dinero ya, siempre he salido corriendo cuando algún tarado amigo mío tiene problemas causados por su propia ignorancia y autoflagelación, siempre he pensado que lo bueno se devuelve y es sólo en mi juventud tardía, por no decir anacrónica, que me doy cuenta de que a pesar de todo, los boomerangs no tienen sentimientos.
El odio me motiva a seguir, eso sí, aunque constantemente me repito que es un sentimiento inútil.
Y me imagino, en ese mismo sueño incongruente en el que los edificios son de papel y se queman tapando el cielo con sus cenizas, que todo estará bien cuando haya suficiente gasolina en el mundo para acabar con los mentirosos, los cobardes y los traidores.
Yo creo que sí va a ser posible.
Al menos ahora, mientras escribo estas líneas con un pensamiento fijo y puro en mi mente.
Venganza.
Venzanza.
Venganza.

Lily Allen pondrá la banda sonora del baile que haré sobre sus tumbas.

At first when I see you cry
It makes me smile
Yeah it makes me smile
At worst I feel bad for a while
But then I just smile
I go ahead and smile


Cuando Dios pregunte por qué lo hiciste hay una sóla cosa que debes tener en mente.
¿Por qué no?
Princesa, te sigo amando tanto como esta mañana cuando despertamos juntos con la neblina azucarada dibujándonos sonrisas.
Pero te pido me regales estas dos horas de miseria para no tener ni un sólo sentimiento ajeno a la ira que acciona como nada mi mundo hacia adelante, siempre hacia adelante.
Nunca hacia atrás.
Nunca.

Los demás no tienen que regalarme nada.

El mundo es de los egoistas.
Es tuyo.
El mío.
Es nuestro.

Sunday, March 25, 2007

Prefiero no ir a tu fiesta


Es la verdad. Si me pongo a escribir de corazón, sin razonar, la idea que más brilla entre todas las que nadan crudas en mi cabeza es esta. Afuera de las cuatro paredes que testifican mi exilio hay un mundo colorido y feliz en el que la silicona ha seguido su curso sin mayores sorpresas. Los mismos encuentros de ranas tristes buscando que una foto los convierta en príncipes por un día y cientos de vehículos para hacerlo posible que terminan en punto com, acechando como lobos a los inocentes que viven para figurar en las desechables listas de éxitos de la ciudad más caótica del mundo.
Tengo bastante claro la última vez que salí del soporífero ambiente lleno de humo de mi cuarto para algo más que ganarme el pan que me permite pagar a duras penas la docena de déudas que me hacen levantarme más temprano y acostarme más tarde. Fui a ver a Billy se fue en el Moulin Rouge acompañado de mi chica y unos amigos. Sentado en el camerino/cocina bebí unos cuantos vodkas con soda y limón, me puse al día con las historias cotidianas de mis viejos amigos y disfruté del placer de no martirizarme con el martillo constante del dinero machacándome la sien. Luego el cuarto se llenó de agua. Esa gente que carga su cámara como si se tratara de un fusil que dispara municiones de fama instantánea en formato digital comenzó a pulular por lo que hacía unos minutos era un santuario de camaradería honesta y trascendental. Entonces la típica seña de unión obligada para aparecer en la foto, el vaivén de personas que fingen conocerte aunque no tengas méritos para darte a conocer y la separación cada vez más marcada entre mi princesa y yo a causa del hacinamiento rocanrolero me mareó hasta el punto de obligarme a tomar asiento para pensar —si es que a ese esfuerzo neuronal inconexo se le puede llamar así— en las razones por las cuales tengo casi un año siendo un vampiro renegado.
Lo raro es que durante el tiempo real de disfrute la pasé verdaderamente bien. Lo triste es que la pasé tan bien como siempre y cuando eso pasa y te das cuenta de que nada ha cambiado realmente a pesar de tu ausencia, coño, de alguna manera te jode la imposibilidad de ver que algo puede cambiar realmente. Todo está exactamente igual, no mejor, mucho menos peor. Todo se maneja con la misma ética grotesca del noctambulismo que después de un tiempo te aburre hasta los tuétanos.
Más recientemente, otro amigo, el guitarrista de la banda Totem, me invitó a mí mi a mi chica a un concierto que daría en En Vivo. Pude haber querido ir, al menos para verlo, porque a los amigos hay que verlos mientras se tengan, no vaya a ser que se te vayan del país o se mueran en un accidente de tráfico. Pero con el recuerdo de mi última noche mi cuerpo se me hizo tan pesado como un tren a pedales (y me disculpas que la metáfora sea repetida, pero es que me gusta mucho y a fin de cuentas, pues además es mía y la uso cuanto quiera).
Es así como llego al clímax del cuento. No a las razones de mi exilio, que siempre serán tan misteriosas como la salida del sol, sino a las consecuencias. Estoy aburrido de la sonrisa, no tienes idea de cuánto. Estoy aburrido de estar aburrido y eso es peor que estar aburrido a secas, porque ya en ese punto te enfrentas a la posibilidad de no poder salir de ese estado nunca jamás.
No me hace falta que la noche mejore, que organicen mejores fiestas, que se le inyecte dinero a la cultura, que las bandas sean mejores, nada que ver. Me hace falta que algo me excite fuera del microclima que he creado alrededor de la nueva temporada de Lost, la espera del contrato literario que parece retrasarse cuatro días por cada dos, y por supuesto, fuera de ese pequeño detalle de ojos grandes y estatura diminuta que me saca sonrisas cuando me ve sentado en el sofá mirando la pared imaginando otra vida, una en la que ella y yo pudiésemos estar lejos de todo, disfrutando del frío, aunque con la soledad de una playa desierta, con los nuestros felices como lombrices y con algún que otro sueño a punto de ser cumplido. Sólo ella y yo: juntos, revueltos, invencibles.
Estando en Madrid leí uno de los mejores libros que he leído en mi vida. Es una novela corta escrita por Herman Melville, el autor de Moby Dick. El título es Bartleby, el escribiente y el protagonista de la historia, en un constante —y a ratos exasperante— ejercicio de nihilismo personal, tiene como constumbre, más que dar explicaciones, resumir todas las excusas posibles en una: "prefiero no hacerlo".
El "prefiero" es la clave de todo. La genialidad del personaje. Ese autoconvencimiento de que la razón por la que uno hace o deja de hacer las cosas proviene de uno mismo, a ratos como exiguo documento de la rendición total, la mayoría de las veces, como un homenaje a la dignidad que nos permite escoger nuestro propio destino y hacernos responsables de él.
Yo no pretendo justificar nada con todas estas estupideces que estoy escribiendo. Ese es el punto. No pretendo que pienses distinto ni que yo piense distinto. No tengo pretensiones de ningún tipo y eso me libera de las responsabilidades que acompañan la decepción. Simplemente, estoy pisando fuerte.
¿Sabes? En este momento ninguna fiesta, real, virtual, imaginaria o decadente me atormenta. Ese es el meollo.
Zen. Zen. Zen. Zen. Zen.
Hay un mundo feliz allá afuera, tan predecible como el logo de Coca Cola.
Quien quiera nadar en su esfervescencia tiene mi permiso.
Pero una gran verdad es que nadie sueña con bailar si no tiene pies que lo acompañen en la caída.
Yo, pues, desde hace rato que no pertenezco a ese mundo feliz, a ese oasis que glorifica el parque temático de una urbe que no existe.
No tengo nada en común con tu mundo, con tu movimiento artístico, con tus esperanzas de modernidad.
Prefiero no hacerlo.
Prefiero no ir a tu fiesta.
Prefiero que dejes de leer.

Tuesday, March 06, 2007

Gargarismos de goma


Todos los dolores merecen un segundo de reflexión. Desde los molestos dolores de cabeza hasta los escalofríos que te revientan el alma cuando pasan el umbral de lo que cualquiera está dispuesto a aguantar.
Hoy siento que un pedazo de tierra me está sepultando poco a poco dejándome sin aire. Tengo suficiente angustia para generar un millón de crisis. Debería estar acostado viendo Miami Vice, pero no, me arrastra la necesidad de sentarme aquí a hacer mis gargarismos de goma de la misma forma que los ociosos se introducen un dildo en el culo para calmar sus ansias de afecto.
Tuve un sueño.
Me aprisionaban las amígdalas con un gancho y me sacaban las tripas por la boca dejándome en la lengua el sabor a toda la mierda que llevo por dentro. Lo peor de todo es que no podía llorar. Había superado eso. El dolor permanecía como un tatuaje cutre de marinero curtido por la sal. Porque reflexionando aún más sobre el dolor, lo que duele es que siga doliendo y no que después de que haya dolido bastante deje de doler.
No sé.
Ya no sé lo que digo.
Me estoy acostumbrando a vivir con dolor. Estoy acariciándolo en la nuca de la misma forma que aprendes a soportar tu cara de bolsa en el espejo. No sé si cuando se quite me voy a sentir completo. No sé si cuando se quite (si es que se quita) voy a tener una razón para sonreir antes de dormir.
Lo que sí sé es que mientras duela tanto como me duele todo en este momento, después de toda la sangre y la humillación y las llamadas preocupadas de gente ocupada, tengo razones para sentarme lo mejor que puedo en esta mierda, tengo algo que contar, un enemigo a vencer, esas patéticas cosas que le hacen falta a los adolescentes que no comprenden que los efectos dependen de las causas.
Como todas las cosas.
Extrañaré al dolor como extraño que las cosas que me lo ocasionan lo ocasionen.
Pero mientras tanto solo deseo, con lágrimas en los ojos, postrado en mi casa, escribiendo esto, que se termine de ir.

Thursday, March 01, 2007

Los Palos Grandes, 7:36 pm


Tengo expectativas del tamaño de una casa en Noruega. Tengo el mismo frío, el mismo dolor en el culo que tenía en la mañana, la misma caja de pastillas ahora vacía a la mitad.
Tengo la percepción de que las cosas las estoy haciendo bien, pero también de que los demás quieren hacerme creer que las hago mal para que no vuelva a subir al cielo y quedarme pegado en las nubes.
Pero lo más importante es que me mueve el mismo tsunami que me movía hace casi 10 años y que con un poco de suerte podría volver a quemar cosas con bastante más rapidez que antes.
Tengo a mi chica trabajando en un documental y menos dinero del que debería en la cartera. Tengo calor en la garganta y varios charcos de sangre en el lavamanos todas las mañanas. Tengo demasiadas cosas que no he pedido y siento que no me acostumbro al estilo de vida descuidado y antiparabólico de los peces.
Pero lo que más tengo son las ganas de escribir aquí que me estaban comenzando a faltar hace un rato cuando comencé a escuchar como poseso la versión que Placebo hizo del tema que acompaña los créditos finales de mi película favorita.
Soy un freak anémico encerrado en un meson de demasiada libertad y cuando eres libre de hacerlo todo es cuando más peligroso se hace no saber muy bien hacia dónde apuntar la escopeta, que pared derribar, que manada de búfalos soltar en la hermosa corporatividad que desearía con toda mi alma ver precipitarse contra el suelo lo antes posible, únicamente para tener el placer de reacomodar las ruinas a mi antojo.
Pero las únicas ruinas que tengo a mi alcance son las de mi propio fantasma.
Y eso es sólo tan terrible como darse cuenta de que tú eres la sombra y no la sombra humanoide que está en la pared.

¿Entonces qué?
¿A qué conclusión llego con este dry wall permanente en que se ha convertido la fotico que coloco en mi messenger cuando quiero decirle a todo el mundo que estoy bien y no lo estoy?

Supongo que no se puede llegar a nada a lo que no se haya llegado antes con mucha más dignidad.

No hay futuro.
No hay futuro.
No hay futuro.

Y este es el terrible poema que ejemplifica que cuando ya no tienes máscaras, ni ideas, ni metáforas bonitas, te quedan los sentimientos, completamente desnudos, rogándote a gritos que los silencies con un beso venenoso o con el plomo eucarístico de la desidia.

Anda, placer.

Quédate cerca pero no me toques.

Die, Die, Outsider.
Die, Die, My Darling.